¿Qué Es La Preocupación y Cómo Usarla A Nuestro Favor?

¿Cómo funciona la preocupación?

La preocupación es un fenómeno mental universal que experimentamos en forma de frases, nos hablamos a nosotros mismos, pues las preocupaciones son predominantemente una cadena verbal o sucesión de pensamientos.

En realidad, la preocupación tiene una función importante en nuestra vida, cuando pensamos en una situación desagradable, como no poder pagar la renta o que nos vaya mal en un examen, nuestro cerebro se estimula.

La "preocupación sana" es una forma que tiene nuestro cerebro para manejar los problemas con el objetivo de mantenernos a salvo, ya que es un sistema de evitación de eventuales inconvenientes venideros que se encuentran anclados en la realidad, es decir, que un análisis racional indica cierta probabilidad de que ocurran. Los pensamientos que surgen de nuestra preocupación pueden generar estrategias potencialmente eficaces para evitar que sucedan. En este caso, podemos asemejarla a un auto diálogo o planificación, que representa una excelente herramienta de adaptabilidad.

Concretamente, la preocupación es productiva cuando:

- Se centra en problemas inmediatos y realistas

- Podemos ejercer cierto control respecto de aquello que nos preocupa

- Ponemos principalmente el foco en la resolución del problema.

- Nos permite probar y evaluar soluciones.

Cuando nos obsesionamos con un problema, esa preocupación deja de ser funcional.

La preocupación patológica también es un mecanismo de evitación, pero parte de una identificación y clasificación inadecuada de las potenciales fuentes de peligro. La persona que padece de preocupaciones patológicas no se halla afligida por situaciones ancladas en la realidad sino que está enfocada en problemas imaginarios, que sí podrían ser posibles pero nada indica que sea probable que sucedan. Y este es uno de los motivos principales por los cuales la preocupación se torna patológica.


Además, quien padece preocupaciones patológicas lleva un conjunto de temores no realistas arraigados, en relación a un amplio abanico de temas, los cuales adoptan no sólo una forma verbal sino también sensorial, con predominio visual. Por ejemplo, alguien que teme enfermarse, se imagina a sí mismo estando convaleciente y solo, en una cama de hospital. Estos miedos representados en imágenes sensoriales producen una reacción emocional más intensa que la preocupación en forma de palabras, por lo tanto, un mayor malestar.


En conclusión, nuestras preocupaciones se tornan patologías cuando:


- Están centradas en problemas más distantes y abstractos.

- Cuando disponemos de muy poco control sobre esa situación que nos aflige.

- Cuando pensamos buscando soluciones que nos garanticen el éxito.

- Cuando ponemos mucho foco en la emoción negativa que nos produce aquello que nos preocupa.


Estrategias que ayudan a reducir tus preocupaciones:

  • Destina un “presupuesto” a la preocupación, cierto periodo en el que te permitas preocuparte por un problema. Cuando termine ese tiempo (comienza con 20 minutos), redirige tus pensamientos de manera consciente.
  • Cuando notes que estás preocupado por algo, oblígate a idear el siguiente paso o a actuar en relación a una posible solución.
  • Escribe tus preocupaciones. Las investigaciones demuestran que tan solo ocho o diez minutos de escritura pueden ayudar a calmar los pensamientos obsesivos.

Recuerda: la preocupación solo es útil si tiene como resultado un cambio, no si se convierte en pensamientos obsesivos.

Psicóloga Carolina Scotti